jueves, 26 de septiembre de 2013

A-B-O-R-T-O

2 de noviembre de 2011 a la(s) 18:38


Hablemos de aborto. Aborto, aborto, aborto. Hay que repetirlo en voz altas algunas veces en honor a la palabra, ya que nos hemos acostumbrado a nombrarla en susurros. Lo primero que tenemos que dejar de hacer es esto. Nombrarla por lo bajo. Porque hablando fuerte y clarito nos podemos confundir menos y entender más.
¿De qué hablamos cuando hablamos de aborto? O mejor preguntado ¿De qué hablamos cuando tratamos sobre la penalización, o no, de quienes se practican abortos? Lo que estamos debatiendo es sencillo: Una mujer que aborta, ¿es una delincuente? La hija de su vecino, que quedó embarazada a los 15 y se hizo un aborto ¿tendría que haber ido presa? ¿La tenemos que encerrar en un instituto junto a menores asesinos? ¿La ponemos a disposición de la justicia y ponemos el sello al expediente de “Jóvenes en conflicto con la Ley Penal”?
Pongamos que la señora que trabaja en su casa, que tiene 7 hijos, quedó otra vez embarazada. Si se hace un aborto porque no quiere tener otro ¿Usted hace la correspondiente denuncia ante la seccional más temprana? En caso de decidir no hacerlo ¿Es usted encubridor de un delito gravísimo y por lo tanto podría recibir una condena?
No hablemos de niñas violadas, o de aquellas que pueden morir y necesitan un aborto terapéutico de urgencia. La ley ya las habilita, aunque todavía hay muchos jueces y médicos que creen que están por encima de la ley.
Hablemos de aborto. De aborto porque lo decidió una mujer. Por los motivos que usted quiera. Póngase en el lugar de juez ¿qué hace? ¿a la cárcel?.
Estoy en contra del aborto. A cualquier mujer cercana a mí, que pretenda por cualquier motivo abortar, la aconsejaría para que desista de la idea. Pero jamás se me ocurriría ponerle llave al candado de su celda.
Hagamos el esfuerzo de discutir este tema con altura. Y discutamos sobre el punto en cuestión. Aborto: ¿lo despenalizamos o no?

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